Originaria de Indonesia, esta planta aromática no huele a casi nada tal cual. Primero hay que secar las hojas y, a continuación, dejarlas fermentar para que se formen las moléculas aromáticas. Después de la destilación, la esencia debe envejecer otra vez durante varios meses en barriles para permitir un uso óptimo. Así, la Pogostemon cablin revela un olor potente, amaderado y terroso al mismo tiempo, con acentos ahumados, de alcanfor, regaliz e incluso mohosos. Algunos dicen que evoca una bodega húmeda. El pachuli, muy apreciado por las mujeres de poca virtud a finales del siglo XIX en Francia, estuvo considerado durante mucho tiempo un poco vulgar. Más tarde, la generación jipi de los años 70 lo adoptó como símbolo de libertad y popularizó el olor. Aunque ya no tiene una reputación sulfurosa, su poder sigue fascinando y se integra en composiciones tanto femeninas como masculinas.

Figura sin duda entre los ingredientes más utilizados en las fragancias masculinas de los años 60, ya que desprende una impresión terrosa, ahumada y vegetal muy elegante con inflexiones de «pomelo verde». Su potencia sugiere un árbol majestuoso, pero la Vetiveria zizanoides es en realidad una pequeña planta con mechones verdes cuyas raíces pueden ser muy profundas. Son estas las que se destilan para obtener la esencia, con dos grandes orígenes, Java en Indonesia, especialmente ahumada, y Haití. Interviene como nota de fondo.

Nacido a finales del siglo XIX en la corte de los zares, este tema olfativo se puso de moda en Europa, donde tomó el nombre de «Cuir de Russie» (cuero de Rusia). Cada casa tenía su propia interpretación, pero la base seguía siendo la misma: una combinación de abedul ahumado, madera de enebro rojo y el género «Styrax». En aquella época, el olor del cuero se asociaba al de las botas de los cosacos, que se curtían con abedul quemado para hacerlas más flexibles e impermeables. Este acorde de cuero tuvo mucho éxito en los años 20 en Europa, también llevado por mujeres que deseaban emanciparse. Actualmente se ofrece una amplia gama de cueros, desde los clásicos acordes de tipo madera ahumada-miel-tabaco animal hasta las notas que imitan el suave ante.

Como su nombre indica, pertenece a la familia de las leñosas. Interviene en el corazón y en la base, lo que aporta una especie de verticalidad a los perfumes. En perfumería podemos utilizar diferentes tipos de cedro con facetas olfativas más o menos acentuadas. El más utilizado es el cedro de Virginia, Juniperus Virginiana, con el típico olor que se desprende al afilar un lápiz: amaderado, seco, ligeramente especiado y cremoso. Es bastante diferente de las otras dos variedades principales utilizadas en perfumería, el cedro de Texas, que es más seco, y el cedro del Atlas, que es animal y coriáceo.

La especie Lavandula x Intermedia es un híbrido entre la lavanda fina y la lavanda espliego, que permite un mejor rendimiento. Sus pequeñas cabezas de color azul y malva, así como sus bolsas de flores que se venden en los mercados locales, son el emblema de la Provenza. Sus espigas de flores se apoyan en largos tallos. La destilación al vapor de agua produce una esencia aromática, fresca, herbácea, alcanforada y anisada. Esta nota de corazón se encuentra en las aguas de Colonia, pero también en el acorde «Fougère», emblemático de los perfumes masculinos.

El verdadero nombre que hace brillar los puestos de los mercados es el pomelo. Los botánicos prefieren hablar de Citrus x paradisi. Como con otros cítricos, su esencia se extrae por expresión en frío de su cáscara. Su olor se diferencia del de la naranja por una amargura ligeramente verde. En un perfume, aporta una sensación similar, muy fresca, afrutada, jugosa, pero también amarga y ligeramente sulfurosa. Con su alta volatilidad, se funde y da nerviosismo a cualquier composición.