Esta especie Citrus reticulata se importó de Asia a principios del siglo XIX. Según la leyenda, su nombre proviene de su color, idéntico al de las vestimentas de los mandarines chinos. Los compuestos fragantes que contiene su corteza se extraen en frío, presionando su piel para obtener la esencia. Esta presenta facetas cítricas, pero también verdes, dulces y ligeramente sulfurosas. Esta nota de cabeza centelleante y alegre embellece tanto una colonia como un perfume ambarino al que aporta dinámica.

Procedente del pistilo de una variedad del género «Crocus», esta especia, la más cara del mundo, recibe el apodo de «oro rojo». El azafrán natural no se utiliza en perfumería porque contiene safrol, un compuesto altamente alergénico. Pero su efecto se reproduce con uno de sus derivados, el safranal. Su perfume, muy potente, es amargo y ligeramente metálico, soplando calor y frío sobre el resto de la composición, con una faceta también de cuero y asfalto. A Francis Kurkdjian le encanta el efecto de la nota de cabeza que rompe las notas dulces de los cítricos. A menudo se asocia con los perfumes basados en la madera agar y los acordes ambarinos.

Poca gente lo sabe, pero el extracto de vaina de vainilla tiene de manera natural acentos amaderados, de cuero, casi animales. Para suavizar este lado oscuro, Francis Kurkdjian ha recreado su propio acorde de vainilla. Una interpretación más aérea, golosa y ligeramente especiada. El aspecto redondo y envolvente proviene de la vanilina, el principal compuesto olfativo de la vainilla, que también se utiliza como aroma alimentario por su lado especialmente suave y dulce. Este acorde aporta confort y deja una estela tras de sí.

Su nombre suena al de una diosa egipcia y, no obstante, este género es originario del Caribe. Allí, los pescadores locales la apodan poéticamente «madera de candela» porque la utilizan como antorcha gracias a sus propiedades altamente inflamables. Algunos hablan también del sándalo de las Antillas. Sin duda porque una vez destilada, la Amyris balsamifera exhala efluvios dulces que oscilan entre el cedro y el sándalo especiado, ligeramente ahumado. Una clasificación en el bosque que desentona con su género botánico, la familia de las rutáceas, a la que también pertenecen los cítricos.

Esta especia procede de un árbol tropical, el Cinnamomum zeylanicum. Se utiliza mucho en la alimentación y aromatiza especialmente el vino caliente especiado, el pan de jengibre y muchos productos de pastelería: un verdadero placer gustativo. Su esencia, obtenida por destilación al vapor de agua de su corteza, desprende un olor cálido amaderado, pero también uno dulce, empolvado y goloso. Su hoja también puede destilarse, dando un resultado más crudo. Interviniendo en la cabeza y el corazón del perfume, la canela se asocia a menudo con acordes ambarinos y amaderados. A Francis Kurkdjian le gusta asociarla con las flores, a las que aporta alivio.

Esta lujosa materia prima procede de la especie Dipteryx odorata, un árbol endémico de la América tropical. La población local tiene que adentrarse en la selva para recoger sus frutos maduros que han caído al suelo. Tras la maceración alcohólica y el posterior secado, libera su núcleo, una haba negra arrugada, la tonka. Desarrolla poco a poco sus aromas, incluidos los de su principal molécula fragante, la cumarina: polvorienta, doblemente almendrada con un efecto de heno, tabaco, ligeramente melosa y ahumada. Su faceta golosa puede recordar a la masa quebrada, un poco de vainilla y dulce. Su absoluto, obtenido por extracción con disolventes volátiles, es una de las notas de fondo más sensuales.

Si en el corazón de los perfumistas la rosa es la reina de las flores y el jazmín Grandiflorum el rey, la emperatriz es el lirio. No obstante, no se utiliza su flor, sino su rizoma, es decir, su raíz. La perfumería utiliza la especie Iris pallida, originaria de la región de Florencia en Italia. Tras 3 años de cultivo en la tierra, los rizomas del lirio se secan y luego se trituran antes de destilarse para obtener una esencia de consistencia espesa, también denominada mantequilla de lirio. Esta larga transformación y un rendimiento muy bajo lo convierten en uno de los materiales más caros de la paleta del perfumista. El extracto de lirio ofrece una nota floral muy particular, entre la flor de violeta y la madera suave, con facetas muy empolvadas y ligeramente de chocolate y cacao. Dotado de una extraordinaria persistencia, el lirio puede utilizarse en dosis ínfimas para añadir volumen o en cantidades mayores para apoyar un acorde floral o amaderado.