Esta madera india está considerada como sagrada, se menciona en muchos textos sánscritos y todavía se quema en Asia durante las celebraciones religiosas. Para los perfumistas, el Santalum album, el cual crece en India, China e Indonesia, es la referencia, aunque recientemente se hayan cultivado otras dos variedades en Australia y Nueva Caledonia. La calidad india se denomina a menudo «Mysore» porque es la región histórica del sur de la península que más produce. El árbol mide unos diez metros de altura y se destila para ofrecer una esencia RA y cara, ya que se necesitan más de 50 años para obtener un árbol que pueda utilizarse en perfumería. Su baja volatilidad la convierte en una nota de fondo muy tenaz. Su perfume es amaderado, lechoso, ligeramente especiado, redondo, suave y envolvente.

Los aldehídos son moléculas sintéticas utilizadas en perfumería desde principios del siglo XX. Presentan facetas olfativas muy diferentes entre sí: pueden evocar aromas cítricos (naranja, mandarina), de jabón o metálicos, que recuerden a una plancha caliente (como el vapor de la tintorería...). Los aldehídos, a menudo asociados a las notas florales, aportan un frescor efervescente y sofisticado, así como un volumen y una estela indiscutibles.

Conocida por su sabor afrutado en el té Earl Grey, la especie Citrus × bergamia se utiliza mucho en perfumería porque sus notas de cabeza firman un frescor centelleante, una especie de «sonrisa» del perfume. Su esencia se obtiene por expresión en frío de la cáscara de los frutos. El sur de Italia está especializado en el cultivo de este cítrico, que se utiliza en la composición del agua de Colonia y en numerosas creaciones femeninas y masculinas en las que sus facetas frescas, florales y aromáticas llegan hasta el corazón.

Se trata de un ramo de flores aéreas recién recogidas y recién florecidas, creado por Francis Kurkdjian. Para esto ha recreado un arbusto seringa, también conocido como jazmín de los poetas, con un perfume que oscila entre el azahar y el jazmín fresco. A continuación lo cosió con otras dos flores mudas cuyos efectos también reprodujo, la luminosa fresia y el lirio de los valles. La nota verde de este último amplifica los perfumes cítricos y deja una sensación floral aérea.

De su nombre latino jasminum grandiflorum, el jazmín utilizado en perfumería sorprende por su poder multifacético a la vez floral, anaranjado, solar, pero también afrutado (plátano, fresa, albaricoque), animal y especiado. El jazmín tiene una complejidad sorprendente para ser una flor tan frágil, que debe cosecharse a primera hora de la mañana antes de que el sol estropee su perfume. Solo la extracción con disolventes volátiles permite utilizarlo con un rendimiento muy bajo y, por tanto, de un precio elevado. Su caleidoscopio de matices se funde a la perfección con otras flores, pero también con maderas o acordes ambarinos.

Extraído originalmente de un ciervo almizclero del Tíbet, el almizcle natural está prohibido en la perfumería desde 1973. Las moléculas sintéticas destinadas a sustituirlo aparecieron a finales del siglo XIX, por lo que hoy en día existe una amplia gama de notas almizcladas cuya amplitud olfativa varía entre las facetas afrutadas, amaderadas o animales. Los almizcles son principalmente notas de fondo muy persistentes y relativamente poco volátiles. Se han utilizado mucho en los detergentes y en los suavizantes para la ropa, motivo por el cual se denominan comúnmente almizcles blancos, porque evocan el olor de la ropa de cama limpia y algodonosa, una sensación de suavidad y confort que se adapta a todo tipo de perfumes. Con su inimitable suavidad, muy apreciada por el público en general, las notas almizcladas forman parte hoy en día de la gran mayoría de los perfumes femeninos y masculinos.