Este cuerpo aromático, desarrollado en los años 60, se ha convertido en uno de los más utilizados. Tomado solo, evoca la delicadeza del jazmín Grandiflorum, floral y muy fresco, con una faceta ligeramente alimonada, como una rodaja en una copa. Se encuentra de manera natural en la composición del olor del té y del jazmín, aunque es muy diferente, más aireado, luminoso. Además de esta transparencia y ligereza, aglutina los demás ingredientes y aporta frescor, volumen y difusión a una composición. Francis Kurkdjian habla de él como de un viento de pétalos.

Ambroxan^TM se obtiene a partir del esclareol, uno de los componentes naturales de la esclarea. Fue creado en los años 50 y poco a poco destronó al ámbar gris, una secreción natural del cachalote. Ambroxan^TM imita sus diversas facetas ambarinas, amaderadas secas y minerales. Una especie de nota amaderada dominante que da una estela y una sensualidad moderna a cualquier composición. Ambroxan^TM ha dado lugar a una gran familia de moléculas similares, a menudo denominadas «maderas ambarinas».

Procedente del pistilo de una variedad del género «Crocus», esta especia, la más cara del mundo, recibe el apodo de «oro rojo». El azafrán natural no se utiliza en perfumería porque contiene safrol, un compuesto altamente alergénico. Pero su efecto se reproduce con uno de sus derivados, el safranal. Su perfume, muy potente, es amargo y ligeramente metálico, soplando calor y frío sobre el resto de la composición, con una faceta también de cuero y asfalto. A Francis Kurkdjian le encanta el efecto de la nota de cabeza que rompe las notas dulces de los cítricos. A menudo se asocia con los perfumes basados en la madera agar y los acordes ambarinos.